La Cofradía de la Vera Cruz de Espronceda: la historia que aún camina con nosotros
¿Sabías que en Espronceda existe una cofradía que, durante siglos, fue el corazón del pueblo? No solo en lo religioso, sino también en lo social. La Cofradía de la Vera Cruz no era solo para rezar: cuidaba a los enfermos, acompañaba a los que se iban, organizaba fiestas… y, sobre todo, unía.
Las cofradías se extendieron por toda Navarra en el siglo XVI, cuando la Iglesia quiso reforzar la fe de la gente tras el Concilio de Trento. Y claro, con los franciscanos empujando, no tardaron en llegar también a pueblos como el nuestro. En sitios cercanos, como Torralba del río desde el siglo XIV, o Genevilla en 1551 ya había cofradías. Espronceda no se quedó atrás, y aunque no tengamos la fecha exacta .
Un movimiento que nace de una gran reacción
Las Cofradías de la Vera Cruz surgieron en el siglo XVI, en un momento clave para la Iglesia Católica. En toda Europa había estallado la Reforma protestante, con Lutero y Calvino sacudiendo los cimientos de la fe tradicional. ¿Y qué hizo la Iglesia? Reaccionó. Y lo hizo con el Concilio de Trento.
Visto con ojos de hoy, podríamos decir que fue una gran estrategia para no perder «mercado»: una forma de rediseñar su mensaje, su presencia y su conexión con la gente. En otras palabras, una campaña de marketing espiritual a gran escala. Pero no una campaña superficial: involucró a todos —papas, obispos, sacerdotes— y, sobre todo, al pueblo. Porque el objetivo era claro: fortalecer la comunidad católica, activar la fe desde dentro y hacer que cada rincón de la cristiandad participara.
Así, se crearon nuevas formas de vivir la religión más intensamente. Y ahí fue donde nacieron las cofradías: como herramientas muy efectivas para reunir a la gente, organizar la vida espiritual y hacer de la fe algo compartido y cotidiano.
En Navarra se multiplicaron rápidamente. En pueblos cercanos como Genevilla, Armañanzas o Mendaza hay registros desde 1551. Espronceda también se sumó a esta corriente, y aunque no conservamos la fecha exacta, su funcionamiento muestra el mismo espíritu.
Ser cofrade era un compromiso (y un honor)
Entrar no era cualquier cosa. Había que ser presentado por otro cofrade y pasar una votación secreta con habas blancas y negras. Una forma sencilla, pero muy efectiva, de decidir sin generar líos. Y una vez dentro, había que cumplir: asistir a actos, pagar si no se iba, ayudar cuando tocaba. La cofradía no era solo devoción, era también responsabilidad.
(«Todas las cofradías de la Vera Cruz tenían en común un triple carácter, el penitencial, el indulgencial y el pasionario». HS.)
Una organización muy seria… y muy humana
Tenían todo bien montado. El Abad era el que mandaba, acompañado por los Mayordomos, que llevaban las cuentas y organizaban eventos. Los Cursores o Muñidores avisaban con un campanillo cuando había juntas, entierros o misas. Y los Diputados ayudaban a tomar decisiones importantes. Cada uno sabía qué tenía que hacer.
Semana Santa: lo más grande del año
La Semana Santa era el momento más intenso. El Jueves Santo, todos los cofrades debían confesarse y comulgar. Ese día, además, se hacía una cena especial, muy simbólica: pan, alubias, higos secos, vino… sencilla, pero con mucho significado. Después, se vestían con las túnicas blancas, se cubrían el rostro y salían en procesión con las cruces y los símbolos de la Pasión. Uno representaba a Cristo con la túnica oscura y otro al Cirineo, que lo ayudaba a llevar la cruz.
Imagínate el silencio, el sonido de los pasos, los campanillos, la emoción de ver a todo el pueblo unido en algo tan profundo.
Y también había fiesta… mucha fiesta
Además de Semana Santa, la cofradía celebraba dos fechas clave: el 3 de mayo y el 14 de septiembre, las fiestas de la Santa Cruz. Misa, procesión, elección de nuevos cargos, y después… la alegría: gaiteros, hogueras, danzas, cohetes. Era un día de esos en los que todo el pueblo se volcaba.
Eso sí, a veces se les iba la mano con los “refrescos” y las colaciones, y la Iglesia les daba un tirón de orejas. En 1877, por ejemplo, se pidió moderación porque los gastos se estaban disparando. Pero claro, ¿quién puede frenar las ganas de celebrar cuando se hace desde el corazón?
Y hoy… ¿qué queda?
Pues más de lo que parece. La cofradía sigue viva, aunque con menos gente. El jueves en Espronceda se lleva a cabo el lavado de pies en la parroquia, un momento de total devoción en que el cura lava los pies de los cofrades «como hizo Jesús con sus apóstoles» y después se hace una cena en la que los cofrades comparten «vino y pan». Al siguiente día es la procesión. Este año, en la procesión del Viernes Santo, José Antonio, el Abad, fue el encargado de llevar la cruz tal como marcan los preceptos. Salieron 18 cofrades, pocos, sí, pero con mucho fervor y una complicidad fabulosa entre ellos.
Se notó la ausencia de Goyo, el mayor de los cofrades en Espronceda, que esta vez no se puso la túnica… pero ahí estuvo, caminando al lado del grupo, como quien no quiere faltar aunque las fuerzas quizás no acompañen. Fue uno de esos momentos que se te quedan en la piel.
Porque estas cosas no mueren
La Cofradía de la Vera Cruz no es solo historia, ni algo del pasado. Es una forma de vivir el pueblo, de apoyarse, de compartir lo espiritual y lo humano. Y mientras haya alguien que se vista con la túnica, o simplemente camine al lado —como Goyo—, esta tradición seguirá latiendo.
A veces no hace falta decir demasiado. Basta con estar. Y en Espronceda, la cofradía sigue estando.
Benjamín Ruiz Cabañas
Y aquí, por lo importante y simbólico del momento en que vimos a nuestro querido Goyo caminar sin aquella túnica que vistió cada año durante más de 60, queremos compartirles, como un homenaje en vida lleno de cariño y respeto, un texto que resulta profundamente conmovedor, escrito por la más joven de sus hijos:
Qué interesante que se sigan llevando a cabo las tradiciones.
Me encantó Goyo quien se nota, lleva en su corazón un gran amor hacia sus creencias. Eta vez su paso es al lado, es majestuoso lo que le impregna su hija en su nota.
Gracias Benjamín por este hermoso resumen. Los abrazo con cariño a Pao y a ti.
Gracias Roza Martha!! es un halago que te guste nuestra exposición. Por favor, comparte con toda la familia el artículo. Gracias!!!