AZUELO
El escudo de armas de la villa Azuelo tiene el siguiente blasón:
Trae de azur y una faja de gules fileteada de oro. En jefe, dos corazones de oro y en punta una estrella de ocho puntas del mismo metal. Brodura de gules cargada de ocho sotueres de oro.
HISTORIA
Azuelo, conocido en la Edad Media como «Fazuelo», fue en sus inicios un lugar de señorío real. Documentado desde tiempos medievales, su historia está marcada por una serie de acontecimientos que han dejado una huella indeleble en su pasado.
En el año 1373, el rey Carlos II lo incorporó a la villa de Aguilar de Codés. Sin embargo, en 1643, los vecinos de Azuelo lograron su separación como municipio propio mediante la compra de su independencia.
Hasta la desamortización de 1839, el abad del monasterio de Santa María de Nájera, en La Rioja, tenía el poder de nombrar al alcalde de la localidad. Este hecho evidencia la influencia religiosa y política que ejercía el monasterio sobre Azuelo durante siglos.
El monasterio de Azuelo, de gran renombre durante la Edad Media, tiene sus orígenes en la invasión árabe, cuando se estableció para proteger las reliquias amenazadas por la ocupación. Documentado ya en el año 992, el monasterio se convirtió en un importante centro de peregrinación y devoción.
AZUELO. FOTOGRAFÍA MARIA RODRIGUEZ GARCIA
La tradición sostiene que el Abad de Azuelo tenía asiento en las Cortes del Reino de Navarra, lo que sugiere que su fundación podría haber sido de origen real.
Históricamente, el monasterio de Azuelo fue un hito y un punto de descanso en la Ruta Jacobea hacia Nájera, sirviendo de hospedaje a peregrinos y al rey de Navarra en múltiples ocasiones.
~ Bizi Codés
ASOCIACIONES
Asociación Santa Engracia-Centro Cívico de Azuelo
Asociación Monasterio de San Jorge
Asociación de cazadores
PATRIMONIO CULTURAL Y ARQUITECTÓNICO
Es de suponer que en como en el Monasterio aún no se han encontrado indicios de cómo se abastecían de agua los monjes, sea ésta, la fuente de La Calzada la que les servía el agua, siendo el lavadero utilizado no sólo por los monjes sino también por las gentes del lugar que por aquella época medieval eran los siervos del monasterio. Por lo tanto a este lavadero le podemos adjudicar una edad de mil años. A principio de los años 50 del siglo pasado fue anegado, llenándolo de tierra, ya que se consideró un estorbó el mantenerlo abierto porque obstaculizaba el paso a la era y al servicio de la misma. Hoy las eras ya no se usan y los pasos, caminos, se pueden proyectar por donde haga falta, gracias a los medios técnicos de que se dispone para su construcción. Ya hemos apuntado cual fue su uso desde su construcción hasta la construcción del lavadero que hay junto a la Fuente en el centro del pueblo. Desde la construcción de este segundo lavadero, su uso se destinó a lavar todo aquello que sonase a “porquería”: lana recién esquilada, prendas de los muertos, ropas de personas con enfermedades infecciosas … Conclusión: un lavadero de segunda que por su falta de uso y su fama de “maldito” fue clausurado.
Cierto que los monjes Benedictinos fueron los artífices de este monasterio. ¿De dónde vinieron estos monjes Benedictinos? Se ignora por ahora. Quizá en el futuro, si aparecen más documentos, se pueda saber. Monasterio de fundación real, ya que el rey García Sánchez, “El de Nájera”, lo donó al monasterio de Nájera en el año 1.052. Se ha dicho que los orígenes de este monasterio es del siglo XI y XII. Pero en la restauración que se llevó a efecto en el año 1.968 se encontró una piedra perfectamente labrada de arte carolingio, esto nos demuestra que es posible que ya existiera en el s. IX o X. Desde los orígenes del monacato, todos los monjes escogían lugares retirados para entregarse a la oración y a la contemplación.
La razón de elegir este lugar para su ubicación es obvia. En el s.X, Azuelo era un lugar retirado de la vía del Camino de Santiago, aunque no distante de ella. Su acceso no sería fácil, ya que se habría de sortear espesos encinares para llegar hasta él, aunque la vía de entrada se haría por las márgenes del río Linares o Salado que discurre a través de todo el valle de Aguilar. El abastecimiento de agua estaba asegurado, además del río Linares, el río de El Paso y el del Hundido, uno por el oeste y otro por el este, rodean Azuelo. El Monasterio, en lo alto de una ladera orientado al sur, se abastecía de agua de la fuente de La Calzada, en la misma puerta de acceso al Monasterio, y de la fuente de la Huerta de los Frailes. Ambas fuentes aún permanecen y son utilizadas. Su origen se remonta a la invasión árabe para salvaguardar las reliquias amenazadas por ella. Ya aparece documentado el cenobio en una donación de Sancho Abarca del 992, y en otra de García el Tembloroso cuatro años posterior, en las que se menciona a Jimeno (EXIMINUS) como su abad. Nada sabemos de este abad, excepto que firma en dos documentos. Ni de los primitivos monjes que vivían aquí, en este valle que en el documento del siglo XIV se le llamaba Valle de la Berrueza, bien poblado entonces de bosques de encinas. Para llegar aquí habría un camino o senda a todo lo largo del río Linares. Sobre la fecha exacta de su fundación, no hay documento, si bien existe la tradición de que el Abad de Azuelo tenía asiento en las Cortes del Reino de Navarra por derecho propio, lo cual permite suponer que fuese fundación real.
Por otra parte, la historia cita a este monasterio como hito en atajo de la antigua Vía Romana y después Ruta Jacobea hacia Nájera. Y añade, este monasterio sirvió de hospedaje al rey de Navarra y a otros peregrinos, en múltiples ocasiones, entre Irache y Nájera.En 1.502, el rey Don García lo anexionó al Monasterio de Santa María La Real de Nájera, trasladándose a este cenobio muchas de las reliquias que poseía; a partir de esta fecha se convirtió en priorato dependiente de Nájera. El priorato existió hasta la Desamortización de Mendizábal del siglo XIX. Debió existir una primitiva iglesia de la que en apariencia nada se conserva, que luego fu sustituida por la actual fábrica románica.
Los tres cuerpos o partes interiores de que consta la fábrica de la iglesia son: el ábside, la cúpula y la nave central. Son románicos de los siglos XI y XII, el ábside, la cúpula y el portalón de entrada por el oeste, dentro de un estilo influenciado por el aragonés, sobre todo por el románico de Jaca y Loarre. Según varios especialistas en arte, la primitiva nave era en sus principios, románica y posteriormente en el s.XVI se reformó; sus alzados se retocaron cubriéndose de nuevo; de estos trabajos se encargó el cantero Sebastián de Orbara, vecino de Viana, que ya los tenía terminados en 1.572.
La iglesia del monasterio siempre ha servido de parroquia para el pueblo. En 1.845 se fue el último monje exclaustrado, los demás ya se habían ido para el año 1.808, en la invasión francesa. Poco después se vendieron sus posesiones, a toque de campana según las prescripciones de entonces, siendo párroco Fray Mariano Bedoya. Las tierras se las quedó el mejor postor, que fue Pedro Martínez Bujanda, el 25 de mayo de 1.810. el dinero fue dado a los vecinos del pueblo, diezmados y esquilmados por las tropas francesas, pasando a depender esta parroquia de la Dióceis de Calahorra y por muchos años el párroco tomó la denominación de Abad. El monasterio estaba situado en la explanada sur de la iglesia. Después de la ida de los monjes, fue poco a poco derrumbándose, aprovechándose su piedra para la construcción de varias casas de Azuelo. Aparece documentado el cenobio en una donación de Sancho Abarca del 992, y en otra de García el Tembloroso cuatro años posterior, en las que se menciona a Jimeno como su abad. En 1502, el rey Don García lo anexionó al monasterio riojano de Santa María la Real de Nájera, trasladándose a este cenobio muchas de las reliquias que poseía; a partir de esa fecha se convirtió en priorato dependiente de Nájera. El priorato existió hasta la Desamortización del siglo XIX.
En la zona de la Epístola, se localizan sendos retablos manieristas de la primera mitad del siglo XVII, dedicados a San Lorenzo y a la Virgen del Rosario. Preside el retablo de la Virgen del Rosario, la Virgen del Encinedo, titular de la ermita de esta advocación, talla gótica del siglo XIV del tipo «Andra Mari».
En pleno monte de la Sierra de Codes en Tierra Estella, bajo la atenta mirada del pico del Yoar, encontramos la Choza de los Pastores, a los pies de Las Dos Hermanas y junto a la Peña del Anillo.
La Choza de los Pastores consiste en un refugio que se restauró en el añó 2.001 partiendo de la ubiación de la antigua choza que los pastores utilizaban para refugiarse del tiempo cuando cuidaban sus rebaños, este proyecto fue realizado por bastantes miembros de la Asociación Cultural Recreativa Santa Engracia que de manera voluntaria decidieron colaborar en el mismo, dispone de cocina de leña, mesa y bancos de hormigón. La Choza de los Pastores siempre permanece abierta para que la pueda utilizar todo el que se acerque hasta ella, solamente se ponen un par de condiciones, que antes de marchar se quede todo recogido y limpio para que el siguiente usuario se lo encuentre en buenas condiciones de uso y que la basura que se genere se la lleve el que la generó y la arroje en el primer contenedor de basura que encuentre.
Junto a ella tenemos la fuente de Santa Engracia y a unos 50 metros dirección Las Dos Hermanas también nos encontraremos la fuente de Valdillera.
Vestigios
Los aljibes se encontraban, unos más, otros menos, en estado de abandono y en ruina. La maleza se había adueñado de su entorno y solamente eran localizables por quienes conocían su existencia. La cubierta de alguno ellos se había convertido en un montón de piedras, ya que las palas de la reforestación los respetaron muy poco.
Se desmanteló la parte derruida para reconstruirla con piedra. La piedra de las paredes se ha recogido con cemento para hacer más perdurable la restauración; a las paredes de los aljibes se les ha sacado la piedra por el exterior resaltando así más su acabado. Los pozos se excavaron, se limpiaron y se han impermeabilizado con una goma sobre la que va el encofrado de hormigón para evitar que se filtre el agua y perdure más tiempo en el aljibe. Las cubiertas se han reconstruido con el mismo estilo arquitectónico que estaban hechas, culminando su terminación con una falsa cúpula, elemento arquitectónico que caracteriza a estas construcciones rústicas.
Se desbrozó y limpió de maleza el entorno de los aljibes, y delante de todos ellos se ha construido el pozo de decantación. Se han realizado nuevas recogidas de agua conduciéndolas a los aljibes, ya que las primitivas no se reconocían tras la acción de la reforestación. La próxima primavera se tiene previsto sembrar hierba para regenerar rápidamente la superficie que ha sufrido el impacto de la actuación.
El Corral de Ganuza está ubicado en el término de La Espina. El estado en que se encontraba era de total abandono engullido por la maleza, con largos paños de pared derruidos, el tejado hundido depositando todo el escombro en el interior. No tenía puerta. Tanto el interior como el exterior se encontraban llenos de zarzas y maleza.
Se inició la actuación desbrozando el interior y el exterior del edificio. A continuación se procedió al desescombro del interior y al derribo de los paños de muro que amenazaban ruina. Se levantaron las paredes derruidas y se echó una solera de hormigón al suelo. Tanto en el interior como en el exterior de los muros se recogieron con cemento para consolidar las paredes. La cubierta se hizo a dos aguas con vigas y cerchas de madera dotándola de aislante bajo el onduline, la teja que se colocó fue recuperada de las ruinas de otros corrales. En el tejado se abrieron tres grandes claraboyas para dar luz al interior ya que los respiraderos se dejaron tal cual estaban para que el exterior permaneciese fiel a lo que era, un corral; a los respiraderos se les dotó por el interior de ventanas con cristales para evitar corrientes de aire.
En el interior se instaló una cocina de fogón de suelo, un banco de madera de obra circunda por todo el interior el corral y dos grandes mesas de hormigón visto que se pueden unir, si hiciese falta, con un tablero, están equipadas con cuatro rústicos bancos de madera para cuarenta comensales. La puerta de madera con una sola hoja también fue recuperada de otro corral derruido.
El edificio anexo que sirve de leñera se reconstruyó en tres paredes, dejando la del frente abierta para su acceso y cerrada con una verja de hierro. La reconstrucción se hizo de piedra de mampostería al igual que el corral con solera de hormigón y se cubrió con la prolongación del tejado del corral.
La zona exterior del corral se explanó y sirve de gran aparcamiento. Se plantaron nogales para crear una zona de sombra. El camino de acceso desde el Alto de La Espina hasta el corral se echó de grava y se compactó.
El corral que se ha restaurado para que quede de testigo de lo que la ganadería fue en este pueblo de Navarra, es el que mejor se encontraba de todos ellos, aunque estaba en total ruina, y ha requerido una actuación que podríamos calificarla de rehabilitación artesanal, ya que dos de sus paredes estaban reventadas y desmoronadas y otras presentaban peligro de derrumbe
Hoy el Corral de Ganuza es un refugio para senderistas y cazadores que también se utiliza para eventos de reunión de familias y amigos de socios y vecinos del pueblo. Todo el que a él llega tiene la puerta abierta para que pueda disfrutar de él y sus instalaciones, su acceso es libre. A quienes a él llegan solamente se les pide que lo respeten, tanto el edificio como su equipamiento, y al marchar que lo dejen limpio llevándose la basura generada para que los próximos visitantes se lo encuentren limpio y listo para volver a ser utilizado
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ENTORNO NATURAL
Oscar Eraso Martínez Genevilla
GEOGRAFÍA
personajes emblemáticos
Azuelo, 24 de abril de 1927 – Zaragoza, 26 de mayo de 1997
Benigno Crespo Aristimuño, hijo de Casto Crespo Díaz de Cerio y Justina Aristimuño Ojanguren, nació en Azuelo (Navarra) el 24 de abril de 1927. Fue el menor de nueve hermanos, Sabina, Eleuterio, Victorino, Mercedes, Ezequiel, Esteban, Cecilio y Silvina. Falleció en la clínica Quirón de Zaragoza el 26 de mayo de 1997, a los 76 años de edad, 53 de vida religiosa y 41 de profesión perpetua. Fue enterrado en San Asensio (La Rioja) el 28 de mayo de 1997.
Siendo un jovenzuelo ingresó en el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, también conocido como Hermanos de La Salle. Benigno se dedicó a la enseñanza; fue profesor en varios colegios de su congragación, Hermanos de La Salle. En su tiempo libre a lo largo de su vida profesional y en los años de su jubilación hasta su fallecimiento se dedicó a investigar toda la documentación que pudo encontrar en los archivos sobre su pueblo, Azuelo.
Simultáneamente a su investigación quiso difundir lo que él había encontrado sobre su pueblo publicando cuatro obras sobre Azuelo y el Monasterio de San Jorge, tres de ellas policopiadas y la otra editada por el Gobierno de Pamplona. Hoy sus obras están agotadas y los pocos ejemplares que se conservan los guardan algunos particulares como “oro en paño”. Nunca tuvo posibilidades de editar sus obras, y él, echando mano de lo que le dejaba para su día a día el voto de pobreza, se auto editó las ediciones policopiadas.
Benigno supo inculcar en algunos jóvenes de Azuelo de su siguiente generación el amor por su pueblo y así fue como recogieron el testigo tras su fallecimiento dedicando su tiempo y trabajo a poner en práctica lo que de Benigo aprendieron revitalizando y transformando el pueblo con las orientaciones que de él habían recibido.
Su afición a la fotografía desde joven hizo que Azuelo pueda contar con un archivo fotográfico muy interesante, aunque ha seguido el mismo proceso que sus obras escritas y sus fotografías se han ido perdiendo poco a poco.
El Hermano Benigno Crespo fue la figura clave de la cultura de Azuelo en la segunda mitad del siglo XX. Investigó sobre la historia de su pueblo y difundió su trabajo de una forma simple y llana dando la oportunidad a todos sus paisanos para que conociesen la importancia del Monasterio Benedictino San Jorge de Azuelo a través de mil años de historia.
Hoy Azuelo salda su deuda con Benigno incorporándolo a la galería de Personas Ilustres de la página de nuestra Asociación C.R. Santa Engracia
Víctor y Tomás Acha Briones son dos hermanos médicos nacidos en Azuelo el año 1845 y 1858 respectivamente. Tras estudiar bachillerato en Vitoria y Logroño cursaron medicina en Barcelona y Madrid, y ejercieron su vida profesional en San Sebastián donde además desarrollaron un gran activismo social y político.
Sus padres Saturnino Acha Giménez, médico titular del partido de Azuelo, natural de Haro (La Rioja) y Eleuteria Briones y Castañares, natural de Laguardia (Álava) tuvieron cuatro hijos, Víctor (1845-1888), Rufino (1848-1890), Juana (1855- ?) y Tomás (1858-1915).
Desde Azuelo Saturnino se trasladó a Villarreal de Álava y desde allí a San Sebastián donde ayudó a sus hijos Víctor y Tomás en su quehacer profesional.
Víctor y Tomás innovaron e investigaron en la medicina, destacando por ser los precursores de la colegiación médica en Guipúzcoa uniendo a los médicos contra el intrusismo creando para ello el periódico médico “La Razón” y dirigiendo “El Progreso Médico”. Víctor desarrolló la Hidrología como recurso curador fundando el Balneario de La Perla del Océano en la playa de La Concha y el Higiotrepo (Instituto Médico de Higiene y Curación). Tomás se especializó en enfermedades del tórax luchando contra la tuberculosis y utiliza la electricidad como recurso diagnóstico y terapéutico. Ambos editaron libros relacionados con la medicina y su práctica.
En la vida social fueron concejales, teniente de Alcalde y Alcalde de San Sebastián, médicos de diversos colectivos profesionales, participaron en la vida militar durante la última Guerra Carlista. Víctor construyó el Hospital Civil de San Antonio Abad y Tomás anuló el proyecto de crear un puerto comercial en la playa de Ondarreta construyendo un rompeolas desde el Monte Igueldo a la Isla de Santa Clara.
Conjugaron su vida profesional con la social y política, así fue como en múltiples ocasiones tuvieron presente en sus acciones a los más desfavorecidos atendiendo a estos en el Higiótropo gartuitamente, creando un censo de familias pobres de la ciudad asignándoles un médico gratuitamente o creando la Gota de Leche e impulsando la Casa de Socorro Municipal
Azuelo, el Colegio de Médicos de Gipúzckoa y San Sebastián tenían una deuda con Víctor y Tomás. Azuelo y el Colegio de Médicos la han saldado con el homenaje que el día 21 de abril de 2013 le rindieron en su pueblo natal colocando en la Casa de La Conrada una placa conmemorativa reconociendo su vida profesional y editando un libro “Los Doctores Acha” con su vida y obra. La deuda de San Sebastián continúa sin pagar esperando que un día sea saldada o es que ¿algún donostiarra o algún turista de los que llegan a San Sebastián se imaginan a la Bella Easo sin La Perla en la playa de La Concha y un puerto comercial ocupando la playa de Ondarreta?. Estas dos actuaciones, que pudieron haber sido y no son, son la deuda que San Sebastián tiene que saldar aún con Víctor y Tomás
Nació Aurelio Aristimuño Acedo en Azuelo el 25 de septiembre de 1.915 en una familia de carpinteros y a lo largo de su vida tuvo varios oficios, carpintero, pastor, molinero, labrador, yesero y tejero.
Su verdadera pasión fue la copla. Cuando tenía once años comenzó a rasguear la guitarra y pocos años más tarde el acordeón de botones. Con guitarra y acordeón se lanzó a todas las fiestas de los pueblos de la merindad de Estella durante toda su vida hasta que sus brazos ya no pudieron soportar el peso de los instrumentos. Ha sido un autodidacta de la música y de la copla.
No había fiesta que él no alegrase, como relata Pedro San Emeterio en el libro que sobre este personaje ha escrito con el título: “Aurelio, el último trovero de Tierra Estella”.
Jesus el Pecu
A finales del siglo XIX un vecino de Azuelo montó una carpintería-tonelería para cubrir las necesidades que en trabajos de madera necesitaban los demás vecinos.
Saturnino, que así se llamaba el hijo del carpintero de Azuelo, en el año 1.920 compró en Bargota un “malacate” y lo utilizó como fuerza motriz de la carpintería.
El “malacate” es un sistema motriz accionado por un mulo al que tapaban los ojos con unos quitapones. El mulo giraba moviendo un gran piñón de un diámetro de diámetro y cien dientes que transmite el movimiento por medio de poleas de madera y correas de cuero a una sierra de cinta, un molino triturador de grano, y una cepilladura combinada con sierra-taladro.
Heredó la carpintería un hijo de Saturnino, Francisco Aristimuño Carlos, PACO EL CARPINTERO, que además de carpintero, fue lucero, molinero, peluquero y “sastre”. Como carpintero hacía marcos, puertas, ventanas, escaleras, mangos y cualquier utensilio que se demandase, además de preparar suelas y cabrios para echar pisos y tejados en la construcción de casas y pajares. Como lucero era el encargado de encender las bombillas que alumbraban en las esquinas de las calles, muchas veces blanco de las pedradas de los mocetes y los mozos. Como molinero, haciendo uso del malacate, molía cebada para los cochos. Como peluquero esquilaba a todos los varones del pueblo, desde los niños hasta los abuelos con sus maquinillas del cero, del uno o del dos, a gusto del cliente. Como “sastre” era el que a todos los que fallecían en el pueblo, preparaba caja a su medida.
La carpintería, tanto cuando la sierra funcionaba, como al anochecer cuando se transformaba en peluquería, era centro de reunión y tertulia de los hombres que contaban verdades, menos verdades y chascarrillos que a más de uno hacían sonreír socarronamente.
Un día Paco se jubiló; sus hijos, al igual que todos los mozos del pueblo, se fueron a la capital y la carpintería se quedó sin carpintero y sin macho que moviese el malacate. La carpintería no podía desaparecer, y si en su día se llevaron al Museo Diocesano de Pamplona una estatua en alabastro del patrón de los carpinteros, San José, metido en un saco, que buenos lloros le costó a Aurea la sacristana. ¿Por qué no llevarse también la carpintería al Monasterio de Irache? Sí, allí se la llevaron, al Museo Etnológico de Navarra. Allí está esperando pacientemente a que se terminen las obras de este museo y a que sea instalada tal y como estaba en Azuelo. Allí iremos los de Azuelo y todos los navarros a ver como funciona el malacate. La única carpintería mecánica de todo Navarra cuya fuerza motríz para hacer trabajar todas las máquinas, era la fuerza del macho de Paco.
Durante la primera quincena del mes de julio de 2.004, por gentileza del Museo Etnológico de Navarra y la colaboración de la Asociación Santa Engracia vamos a poder admirar en una exposición en el Centro cívico de Azuelo, parte de las máquinas y herramientas de la carpintería de Paco en un homenaje que le vamos a hacer a nuestro carpintero.
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ACTIVIDADES TURÍSTICAS Y CULTURALES
Visita guiada al Monasterio
Ruta de los Lavaderos
Ruta por los manantiales (fuentes)
Caminata y mañana en la Choza de los Pastores
Ruta de los Aljibes
Ruta para subir al Ioar
Ruta hacia la Choza del Pastor y de ahí al Ioar
establecimientos
Bar
Debajo del Ayuntamiento. Cuenta con terraza
alojamientos
La Rinconada
Esta casa con todas las comodidades y un bello entorno, puede alojar hasta 6-8 personas
donde comer
Bar del Ayuntamiento
Bar de la Asociación Santa Engracia-Centro Cívico de Azuelo
ANTIGUAS TRADICIONES
En la historia de Azuelo, el cerdo ha desempeñado un papel crucial en la economía de subsistencia de sus antepasados. Conocido localmente como «cocho», estos animales eran criados y cuidados en las «porcigas», presentes en las cuadras de todas las casas.
Inicialmente, la cría porcina se limitaba a uno o dos cerdos por hogar, dependiendo del tamaño de la familia, destinados a la matanza, junto con una o varias cerdas criadoras. Con el tiempo, con la llegada de la mecanización agrícola, los bueyes, caballos y otros animales fueron siendo reemplazados por más «porcigas», donde se engordaban camadas de cerdos hasta su madurez para su posterior traslado a los mataderos de Aguilar y Cabredo.
Sin embargo, con el éxodo rural de los años setenta, las «porcigas» de Azuelo quedaron vacías.
El cerdo proporcionaba una fuente crucial de proteínas para todo el año en las casas de Azuelo. Durante el invierno, se llevaba a cabo la tradicional matanza en cada hogar del pueblo, un evento que reunía a familiares y amigos alrededor de una mesa para degustar los primeros productos del cerdo. Chorizos, morcillas, lomo, costillas, tocino, jamones… todo se aprovechaba y se almacenaba para ser consumido a lo largo del año.
Hoy en día, la tradición de la matanza ha desaparecido en Azuelo. Las tinajas que solían contener los productos del cerdo ahora son elementos decorativos en las casas. Sin embargo, en un gesto de homenaje a esta práctica y a sus ancestros, la Asociación lleva once años recordando esta costumbre y tradición, convirtiendo el día de la matanza en una gran fiesta, tal como lo era en aquellos tiempos pasados.
La Asociación C.R. Santa Engracia y la Asociación C. Monasterio San Jorge montaban cada año un impresionante Belén Monumental, que se inauguraba con un emotivo concierto coral, marcando así el inicio de las festividades navideñas en la comunidad.
Lo que comenzó como un modesto belén, con apenas los cuadros básicos del Nacimiento, la Anunciación de los Pastores y los Reyes Magos, que se encontraban en un estado de deterioro, fue transformándose con el tiempo en un magnífico Belén Monumental que sorprendía a propios y extraños cada año.
Lamentablemente, esta tradición ya no continúa debido a la falta de relevo generacional.
Este belén, que lamentablemente ya no se monta, fue reconocido con el 2º Premio en el «II Concurso de Belenes Populares de Navarra» y el año anterior con el 1º Premio en el «I Concurso de Belenes Populares de Navarra».
En este belén, se podía observar una representación detallada de la vida cotidiana y las actividades de la región. Desde la caza del jabalí en una reproducción de la Sierra de Codés hasta la pesca en el lago, pasando por la siembra de los campos, la siega, la recogida de la aceituna, las huertas, el mercado, y muchos otros aspectos de la vida rural y urbana.
Más de doscientas figuras daban vida a este belén, muchas de las cuales estaban dotadas de movimiento para crear una escena dinámica y realista. Además, contaba con una centralita automatizada que controlaba el ciclo completo del día, desde el amanecer hasta la noche, con efectos especiales que incluían la aparición del ángel que anunciaba el nacimiento de Jesús, el movimiento de la estrella que guiaba a los Reyes Magos, y otras representaciones.
La meticulosa atención al detalle, el uso de materiales naturales y la cuidadosa iluminación hacían de este belén una verdadera obra de arte, que podía ser apreciada desde diferentes ángulos y ofrecía una experiencia visual única para quienes lo visitaban. Su colocación sobre un escenario de más de cuarenta metros cuadrados facilitaba su visionado y permitía que los espectadores pudieran explorar cada rincón de esta magnífica creación navideña.