torres del río
La encantadora Villa y municipio de Torres del Río, llamado también Torres de Sansol, cuenta al día de hoy con 136 habitantes y es un pequeño pueblo cautivador que reposa en la majestuosa Sierra de Codés. Estratégicamente ubicado en la merindad de Estella, dentro de la comarca de Estella Oriental, este tesoro se encuentra a aproximadamente 22 kilómetros al oeste de Logroño, La Rioja, y a unos 45 kilómetros al sur de Pamplona, la capital de Navarra. Torres del Río se destaca como una parada primordial en el famoso Camino de Santiago, ofreciendo a los peregrinos una experiencia única. Este pintoresco pueblo alberga una de las iglesias románicas más significativas de toda Navarra.
Explora las callejuelas de Torres del Río, donde su casco urbano de trazado irregular revela las peculiaridades de su emplazamiento en las laderas de una colina. Esta disposición única agrega un encanto adicional a la experiencia de descubrir este rincón especial del Camino de Santiago.
Ya sea que estés siguiendo la ruta del peregrinaje o simplemente explorando esta joya en la Sierra de Codés, Torres del Río te invita a sumergirte en su historia, arquitectura y paisajes impresionantes

HISTORIA
El escudo de armas de la villa de Torres del Río se describe heráldicamente de la siguiente manera: En un campo rojo (gules), presenta cinco torres doradas, almenadas de tres, dispuestas en forma de aspa.
En su antiguo sello, se observan dos palmas cruzadas en forma de aspa, pintadas en un fondo rojo, con la particularidad de que están coronadas por una luna creciente plateada y en la parte superior del escudo aparece una estrella de seis puntas doradas. Es interesante señalar que la inclusión de la estrella y el creciente se originó a partir de un antiguo sello de la villa de Torralba del Río, y el equívoco surgió debido a la similitud de nombres entre ambas localidades. Este sello, con sus elementos únicos, se conserva en la galería del Palacio de Navarra, añadiendo un matiz distintivo a la historia heráldica de Torres del Río.
Las huellas de su pasado en este lugar, se remontan a la época romana, donde restos de una explotación agrícola, cerámicas y piedra labrada atestiguan su presencia ancestral, tejiendo así un vínculo con las antiguas civilizaciones.
Durante la invasión musulmana en la península ibérica, Torres del Río se integró a los territorios ocupados, pero su destino cambió con la reconquista después de la toma de Monjardín. Bajo dominio cristiano, el pueblo albergó un monasterio que, en 1109, Jimeno Galíndez donó a Iratxe, marcando un capítulo significativo en su historia.
El año 1172 se destaca con la protección papal, cuando el papa Alejandro III acogió al Monasterio de Santa María la Real de Irache, confirmando las posesiones monásticas, incluida Torres, con todas sus pertenencias.
Viajamos a través de las páginas de los diarios de peregrinos como Aymeric Picaud en el siglo XII y Geofroi de Buletot en el siglo XIV, quienes mencionan a Torres y su río Linares, dotándolo de un aire misterioso debido a sus aguas venenosas.

El siglo XVIII trae consigo la anexión a Castilla, aunque Torres del Río, firme en su identidad, continuó regida por los fueros navarros y mantuvo su afiliación económica a Navarra. Este período de cambio se vio reflejado en la ocupación napoleónica, cuando las calles de Torres del Río fueron testigos de una feroz batalla en 1809 entre tropas francesas y valientes guerrilleros liderados por Francisco Xavier Mina.
El devenir histórico siguió su curso con eventos como la compra de Torres del Río y Sansol por parte de Iranzu en 1492, y la posterior entrega de propiedades al señorío del Rey en 1341.
La Ley de Desamortización de 1855 marcó una nueva fase en la historia de Torres del Río, con la venta de propiedades que moldearon su paisaje y economía. Pero, lamentablemente, incluso en tiempos más recientes, durante la represión de la «época azul» después de la guerra civil española, Torres del Río no fue ajeno al sufrimiento, como lo demuestra el sacrificio de Florentino Rubio en 1937 a manos de falangistas. Cada rincón de Torres del Río resuena con historias que han forjado su identidad a lo largo de los siglos, convirtiéndolo en un tesoro histórico que merece ser explorado y apreciado.
~ Bizi Codés
ACTIVIDADES TURÍSTICAS Y CULTURALES
Senderismo
Visitas a sus monumentos arquitectónicos
Camino de Santiago
Paseos para conocer sus escudos
PATRIMONIO CULTURAL Y ARQUITECTÓNICO
La Iglesia Parroquial de San Andrés, una joya arquitectónica que fusiona los estilos gótico y renacentista, fue erigida entre 1599 y 1629 bajo la dirección de Juanes de Larrañaga. Su estructura adopta la forma de cruz latina, con una amplia nave central y un crucero de proporciones equitativas, aunque con brazos de escasa profundidad, culminando en una cabecera poligonal.
La obra se caracteriza por su refinada ornamentación, destacando las elegantes bóvedas estrelladas de terceletes que cubren casi la totalidad del espacio, mientras que los medios cañones apuntados y la bóveda gallonada con terceletes adornan la cabecera.
El desarrollo vertical de la iglesia se acentúa con contrafuertes diagonales que refuerzan tanto la cabecera como el muro de los pies.
La portada, de estilo goticista, se abre en el lado de la Epístola y presenta una disposición abocinada en cuatro arquivoltas. En su interior, el sotocoro alberga una pila bautismal del siglo XVI y un Crucifijo de estilo popular datado alrededor de 1600. En el muro frontal del lado del Evangelio, destaca un retablo manierista diseñado por Juan de Zabala, complementado por otro dedicado a la Inmaculada Concepción en el lateral.
El presbiterio está adornado con un imponente retablo mayor creado por Pedro Jiménez Castrejana entre 1637 y 1651. Este majestuoso retablo manierista, con una rica composición arquitectónica y ornamentación detallada, fusiona esquemas y tipos renacentistas con elementos naturalistas propios del siglo XVII.
La policromía original del retablo, una obra maestra de Andrés de Gauna, se ha conservado de manera excepcional. En la sacristía, se encuentran tesoros artísticos adicionales, como una cajonería del siglo XVII, tres Crucificados (uno del siglo XVI y dos del siglo XVII, destacando uno vinculado al círculo de los Imberto), un lienzo exvoto con leyenda y un cáliz de plata dorada de estilo purista, fechado en el siglo XVII.
La riqueza artística y arquitectónica de la Iglesia Parroquial de San Andrés la consagra como un testimonio notable de la maestría y diversidad estilística de la época.
La Iglesia del Santo Sepulcro en Torres del Río destaca como un ejemplar único del románico español y navarro, siendo reconocida por su diseño poligonal y su exquisita calidad constructiva, caracterizada por la espléndida sillería, proporciones armoniosas y una atención minuciosa a cada detalle. A pesar de su tamaño modesto, la iglesia desafía la percepción común del románico como un estilo arquitectónico horizontal y pesado.
La verticalidad de su arquitectura, especialmente evidente desde la fachada principal y el interior, sugiere una dirección ascendente, rompiendo con la noción tradicional del románico.
Aunque históricamente se ha asociado a Torres del Río con la Orden del Temple debido a su planta centralizada, no hay evidencia documental que respalde esta atribución. Se cree que la iglesia pudo haber sido construida por la Orden del Santo Sepulcro, evocando la arquitectura del Santo Sepulcro de Jerusalén. Se presume que la función principal de la iglesia fue funeraria, con su linterna superior vinculada a la denominada «linterna de los muertos».
La planta octogonal, ligeramente irregular, se une a un ábside semicircular al este y una torre cilíndrica al oeste con una escalera embebida. La puerta de ingreso, situada en el paño meridional, revela una reconstrucción notable en las columnas.
La torrecita superior, o linterna, cumplía una doble función: servía como punto de referencia para peregrinos gracias a un fuego encendido en su interior y simbolizaba el fuego purificador asociado a la aspiración a la Resurrección.
La iglesia, vista desde el sur, muestra la disposición ascendente y vertical de su estructura principal, un prisma octogonal dividido en tres pisos. Los elementos decorativos, como los canecillos trilobulados de influencia musulmana, enriquecen la cornisa. La torrecita superior presenta un ventanal en cada lado correspondiente a los puntos cardinales y columnitas en las aristas.
Su función simbólica y como faro se revela en la encendida llama, evocando la esperanza en la vida eterna. En el ábside, un tambor semicilíndrico prácticamente liso con un sencillo vano de iluminación.
La entrada al ábside desde el cuerpo octogonal se realiza mediante un arco triunfal apuntado y doblado. Los capiteles del arco triunfal representan el Descendimiento y la Resurrección de Cristo, vinculando la iconografía con la función funeraria.
La bóveda del cuerpo principal, de influencia califal, exhibe una estrella de ocho puntas formada por arcos apuntados que se entrecruzan. Nervios adornados con nombres de Apóstoles y la inscripción «Me fecit» se entrelazan en la cúpula. La iglesia alberga una joya románica adicional: el Cristo de cuatro clavos y corona, que, a pesar de su modesto tamaño, destaca por su excepcional calidad artística. La Iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río, con su verticalidad única y rica iconografía, se presenta como una experiencia inolvidable para los admiradores del arte románico.
Hay 3 casas de fachadas protegidas.
Un importante número de las casas en este poblado tienen Bodegas subterráneas.

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ENTORNO NATURAL
El entorno natural que rodea la villa de Torres del Río es un verdadero tesoro que invita a explorar la belleza y la serenidad de la región. Situada en el somontano de Viana-Los Arcos, esta encantadora localidad disfruta de un paisaje pintoresco que combina colinas suavemente onduladas, campos fértiles y la presencia cercana de los ríos Mariñanas y Linares. La topografía única de la zona ofrece oportunidades para disfrutar de caminatas escénicas y actividades al aire libre. Los senderos serpentean a través de los campos y bosques circundantes, brindando a los visitantes la posibilidad de sumergirse en la tranquilidad de la naturaleza

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GEOGRAFÍA
Torres del Río, está enclavado en el somontano de Viana-Los Arcos, forma parte de las antiguas Cinco Villas de Los Arcos. Su geografía se extiende en una forma alargada y estrecha de norte a sur, oscilando altitudes entre aproximadamente 600 metros y 400 metros. Limita al norte y este con Sansol, al sur con Lazagurría y Bargota, y al oeste con Armañanzas.
El término municipal de Torres del Río se caracteriza por su topografía única, con la villa cruzada por los ríos Mariñanas y Linares, afluentes del Odrón y el Ebro. El casco urbano, marcado por un trazado irregular, se adapta a las peculiaridades de su ubicación en las laderas de una colina.
Esta disposición confiere un encanto especial a la localidad, proporcionando a sus residentes y visitantes una experiencia única al explorar sus calles y disfrutar de la serenidad que ofrece el entorno natural circundante.
personajes emblemáticos
Jesús Ordóñez Ancín fue un distinguido sacerdote navarro nacido el 11 de noviembre de 1903 en Torres del Río, Navarra, España, y falleció en 1963 en Madrid, España. Conocido afectuosamente como «el sacerdote de los tartamudos», Don Jesús Ordóñez Ancín dejó una huella indeleble al idear un método innovador para la reeducación de la tartamudez. Fue un pionero de la ortofonía en España. Desarrolló sus primeros estudios en el Seminario de Logroño y completó su doctorado en Teología en Roma. Al regresar, ejerció el ministerio pastoral en Azuelo desde 1928 hasta 1935.
En el arciprestazgo de Eulate, destacó al formar una academia para superar la tartamudez, ganando prestigio en este campo. Su experiencia en el tratamiento de trastornos del habla lo llevó a ser reclamado en Madrid por el Ministro de Educación José Ibáñez Martín. Se le encomendó la dirección de la Escuela Oficial de Ortofonía, y también fundó por iniciativa propia el «Instituto de Perturbaciones de la Palabra» y el «Instituto de Ortofonía».
Este visionario sacerdote contribuyó con sus conocimientos al campo de la ortofonía, y sus experiencias quedaron plasmadas en obras como «Método de convergencia ortofónica», «La tartamudez vencida» e «Intenta Vencer la timidez» (1966). Su legado sigue siendo recordado como un valioso aporte a la superación de impedimentos en el habla.
Fue uno de los grandes promotores de la Jota Navarra, Muchas de las jotas populares las escribió él. Actualmente la plaza principal de Torres del Río, lleva su nombre.
Ordóñez Fernández, Valeriano. Torres del Río (Navarra), 28.XI.1924 – Santuario de Loyola (Guipúzcoa), 21.III.2003. Folclorista, religioso. Sus padres se llamaban Ismael y María de las Nieves. Tuvo seis hermanos con los que se crió en un ambiente profundamente religioso, fruto del cual él y varios de sus hermanos profesaron como sacerdotes en distintas órdenes religiosas, Ignacio José, jesuita como Valeriano, fue enviado como misionero a la India, y Santiago, sacerdote salesiano, fue destinado al Paraguay.
A los cuatro años aprendió a leer, al mismo tiempo que sabía de memoria las auroras de su pueblo y las jotas de sus padres. Estudió en Sangüesa y Javier. Se licenció en Letras y Teología, graduándose en Humanidades Griegas y Latinas e Idiomas Modernos. Ingresó en la Compañía de Jesús. Enviado como misionero a Colombia y Mérida (Venezuela), donde ejerció como profesor de Griego y Literatura durante tres años en el noviciado jesuita. Durante su estancia en Mérida escribió crónicas deportivas para un periódico que firmaba con el alias R. del Pino, porque veía los encuentros desde un árbol. Fue aquí donde nació su afición por la escritura, que le llevó a escribir más de setenta obras sobre historia, literatura, formación de la juventud y versos y, como investigador del folclore navarro, sobre los romances y la jota, en ocasiones empleando el pseudónimo de Is-Orval.
En 1953 regresó a Loyola, donde cantó misa por primera vez. Realizó estudios históricos y se doctoró en el Instituto Francisco Suárez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con el que colaboró posteriormente.
En 1956 fue profesor preuniversitario en el Colegio jesuita San Ignacio de Pamplona, donde impartió clases de Humanidades Griega y Latina, y de Literatura Española y Universal. Fue en este centro donde desarrolló gran parte de su vocación pastoral; fundó el servicio de formación vocacional y dirigió la Obra de Ejercicios Espirituales de Navarra desde 1963. Escribió también numerosas obras de absentismo y juventud como La Legión de Loyola publicada en 1958. Fue capellán de la Orden del Santo Sepulcro en Navarra desde 1992 y en 1993 fundó la Asociación para la Obra Social de la Obra del Santo Sepulcro de Jerusalén junto a Jesús Labiano y Enrique Illa Sanz. Creó las Javieradas de la tercera edad. Estaba en posesión de la Cruz de Carlos III el Noble, que le fue concedida por el Gobierno de Navarra el 10 de mayo de 1999 por su labor en la revitalización de la cultura musical popular y, en especial, de la jota. Ese mismo año se trasladó a vivir a la residencia de los jesuitas en Loyola y el Ayuntamiento de Torres del Río, su localidad natal, le homenajeó dando su nombre a la plaza mayor. Compuso cientos de jotas, entre las que destacó la dedicada a san Francisco Javier. Su pasión por ellas le venía desde pequeño y le llevó a fundar el Festival de Jotas Villancicos.
Ha publicado sobre el particular numerosos estudios, aparecidos en la colección de Temas de Cultura Popular de la Diputación Foral de Navarra, como Jota y Romance, Presencia de la Jota, Romances en la Historia, Gestas y Cantares, Raimundo Lanas, Rondallas de Antaño, Barace de Isaba, y San Fermín y sus fiestas. Sobre lugares navarros, en la misma colección, ha publicado Torres del Río, Santuario de Codés, Adios y Aguilar de Codés.
Jotas y otras canciones está presente la inspiración del padre Ordóñez. «La marcha a Javier», «La Javierada y cientos de letras y estampas navarras que son imprescindibles en los grupos y joteros navarros.
MI MADRE CANTABA JOTAS/AL COSER Y AL ACUNAR/QUIEN HIJOS PEQUEÑOS TIENE/SIEMPRE LES HA DE CANTAR. La Jota no sería lo que hoy es sin la aportación del padre Valeriano Ordóñez.
Puy Oria Rubio, nacida en Torres del Río en 1962, es una destacada empresaria española en la industria cinematográfica, reconocida por su labor como fundadora de la productora audiovisual Oria Films. Su contribución al mundo del cine ha sido notable, consolidándose como una figura influyente y destacada en la escena cinematográfica española. En 2006, su talento y dedicación la llevaron a ser nominada a los Premios Goya en la categoría de Mejor Director de Producción por la película «Obaba». Este reconocimiento marcó el inicio de una serie de logros que destacan su destreza y visión en el ámbito cinematográfico. En 2019, Puy Oria Rubio recibió el prestigioso Premio Simone de Beauvoir en la XXIV Muestra de Cine dirigido por mujeres (XXIV Zinemakumeak gara!), consolidando su posición como una cineasta destacada. Su compromiso con la calidad y la relevancia social en sus producciones ha sido una constante a lo largo de su carrera. En noviembre de 2022, el Gobierno foral de Navarra reconoció su valiosa contribución otorgándole el Premio Francisco de Javier. Este galardón no solo celebra su extensa carrera cinematográfica sino también su compromiso con la promoción de la comunidad navarra, al elegir la región como escenario para muchas de sus producciones cinematográficas.
La entrega del premio tuvo lugar el 30 de enero de 2023 en la sede de la Academia del Cine Español, en Madrid, donde la Presidenta de Navarra, María Chivite, elogió su enfoque en el cine social y comprometido, así como su defensa de los derechos humanos a través de sus producciones. Puy Oria Rubio es, sin duda, una figura influyente que ha dejado una marca indeleble en la industria cinematográfica española.

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alojamientos
Albergue de Peregrinos Casa Mariela
Con dormitorios de entre 6 y 14 plazas cada uno. Cuenta con 45 plazas de alojamiento para peregrinos, Bar-restaurante, lavadora, secadora y resguardo para bicicletas.
Albergue de Peregrinos y Hostal La Pata de Oca (Templario)
Entre dormitorios compartidos y habitaciones privadas, cuenta con un total de 32 plazas, Bar-Restaurante, lavadora, secadora, resguardo de bicicletas y también admiten mascotas.
Hostal San Andrés
Cuenta con 20 plazas en dormitorio compartido y 17 habitaciones privadas, Bar-restaurante y piscina durante el verano
ESTABLECIMIENTOS COMERCIALES
Bar restaurante La Pata de Oca
Comedor del Hotel Rural San Andrés
Sociedad recreativa
Este lugar con unas hermosas vistas se encuentra abierta al público aunque requiere la presencia de al menos un socio
Casa Mariela
Cuenta con una pequeña tienda
ANTIGUAS TRADICIONES
En tiempos pasados, las familias se unían para recrear escenas conmovedoras que evocaban la esencia misma de la Navidad con belenes humanos.
Sin embargo, con el paso de los años, esta entrañable tradición ha ido desvaneciéndose, dejando solo el eco de sus recuerdos. Los Reyes Magos, portadores de regalos y mensajeros de ilusiones, solían emprender su viaje a lomos de caballos.
Se ha perdido desde la pandemia. Se juntaban los pueblos del valle y cada año se hacía una comida en cada pueblo, había música, fiesta. Organizado por el Servicio Social base de los arcos. Se espera que vuelva a retomarse.
añoradas está la potxada, donde los mayores solían preparar potxas, aunque lamentablemente, esta práctica se ha perdido con el tiempo. Sin embargo, los cabezudos aún danzan por las calles, recordando la rica herencia cultural del pueblo.