Las venerables ordenanzas datan del año 1582, un legado histórico que perdura hasta nuestros días. Cada año, durante la solemne Semana Santa, los habitantes de Armañanzas se congregan en procesión para rendir homenaje a sus devociones más sagradas: las imágenes de la Dolorosa y el Santo Cristo.

El ritual comienza poco antes, cuando los vecinos se reúnen en las antiguas escuelas para vestirse con sus túnicas y compartir un vino en un espíritu de unión. Una vez ataviados, en un silencio reverente, marchan hacia la iglesia, donde voluntarios se ofrecen para sacar los pasos con devoción y respeto.

Tras la procesión, todos se reúnen nuevamente en las antiguas escuelas para disfrutar de una merienda compartida en fraternidad, cada uno con su cazuela, en un gesto que refleja la profunda unión y solidaridad de la comunidad de Armañanzas.